Felicidad relativa

¿Os imagináis qué guay sería que todo el mundo pensase diferente?

Quiero decir, sin que duela o intenten cambiarte a ostias físicas y psíquicas.



Solucionaría muchos problemas el tener un espíritu crítico y elegir nosotros mismos. Antes de una guerra, habría un debate. Antes de mentiras sociales, críticas a los políticos.

Y mucha gente debate, y critica a los políticos, y tiene una opinión bien formada y respetable. Por ejemplo, Hitler tenía muchos argumentos a favor de su gobierno, e hizo creer a todos los alemanes (un pueblo desesperado por aquel entonces) que su palabra era cierta.

Ahora bien, ¿estamos hoy en día tan desesperados?
Me refiero a que cualquiera apoyaría a una persona nueva y diferente que les ofrezca el cambio. Muy respetable.
Pero lo que es de idiotas es pasar de lo feo y solo pensar en lo bonito.
Hay pros y contras en todos sitios. A veces más pros que contras. A veces más contras que pros. Pero nos pueden meter una idea a presión en la cabeza y no nos daríamos cuenta. Tampoco la cambiaríamos.
Si nos paramos a pensar, todos hemos querido ver solo el lado bueno de algo que tiene más caras. Pero eso es malo. Porque el otro lado va a acabar aparenciendo. Pero seguimos engañandonos a nosotros mismos. Así es como empiezan los problemas, al contarles a los demás solo una parte de la verdad. Y no es mentir en el sentido estricto de la palabra. Ningún político miente acerca de mala gestión o corruptelas si nadie le pregunta. Y si nadie le pregunta, nadie sabe nada, y nadie jamás se enterará de nada. Felicidad relativa.
La construyen la sociedad, y no solo los gobiernos. La construyen los programas televisivos, las modas y los líderes de los rebaños. Y los ladrillos son los que sienten que tienen que encajar.
 Y esos lo somos todos, aunque en el fondo no tengamos ni idea de porque nos agrada esto o lo otro, ya que nadie entra bien en el molde que han creado para la felicidad relativa.

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