la pluma y la espada

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escribí este poema el 5 de junio (era el aniversario del nacimiento de García Lorca), muy cabreada porque a las escritoras se nos toma como seres incorporeos que comen aire.

me olvidé de él, pero como parece que la gente todavía no se ha enterado de que las escritoras también tienen que comer y pagar la luz, aquí está.

hay dichos sonoros
grandes, imperturbables
que de pequeñas nos arropaban
y hacían parecer el mundo una novela de aventuras

la pluma, nos dijeron, es más fuerte que la espada
y nosotras pensábamos que así era y sería siempre
nosotras, guerreras de nuestros reinos imaginarios,
convencidas de que solo necesitaríamos nuestro boli bic para defenderlos
y de que todo quedaría como ese dicho
sonoro, grande, imperturbable
convencidas de que nada nos podría hacer daño 
siempre que usásemos el poder de la palabra

pero al crecer nos dimos cuenta de que 
aunque la espada sea más débil que la pluma 
puede cortar la muñeca que escribe
aprendimos que las palabras no son omnipotentes
estando casi derrotadas por todo lo demás
y seguimos llorando palabras, con suerte plantándolas
mientras intentamos vivir de algo más que también queremos

y dicen, de las artistas
que hay que darse en cuerpo y alma
que no hay medias tintas 
que si no sangramos noche tras noche por ellas es que no queremos esa pluma
como si estuviéramos por encima del hambre, del dolor, de la ansiedad

dicen, de las artistas, que sus palabras las hacen inmortales
pero es una no-muerte serena, calmada, novelesca, imperturbable.
dicen, de las artistas, que mientras perdure su memoria su vida habrá sido un triunfo

y no hablan de sus heridas, de sus enfermedades, de su sí-muerte
y quedamos las hijas de las artistas preguntándonos,
«¿lloraría como nosotras?»
«¿también pensaría que no es suficiente?»
«¿también le sangraron las muñecas cuando se las intentaron amputar?»

la pluma, me dijeron, es más fuerte que la espada
pero yo sigo mirando las cunetas de Graná
aun sabiendo que no puedo saber si es o no ese tipo de cuneta
dándome cuenta que la rabia es la misma
y preguntándome, como la primera vez que escuché lo joven que eras cuando moriste
qué hubieras hecho si no te hubieran matao
a dónde hubieras ido si no te hubieran matao
dicen que ganaste
pero yo pienso en ti delante del fusil
sabiendo que aquello era el final
y me pregunto
¿cómo es eso una victoria?

dicen, de las artistas, que con nosotras siempre hay que mirar más allá
pero nosotras sangramos y lloramos y tenemos miedo y tenemos hambre
hablan de las artistas con admiración hasta que las artistas hablan de algo más que de arte
como si las demás cosas de nuestra vida fueran las espadas que nos cortan cuando nosotras también hemos elegido esas cosas
como si no pudiéramos llorar porque la virtud de la pluma nos convierte en seres que comen y beben palabras 
como si tener miedo, como si querer más, como si amar también otro oficio fuera un crimen terrible
queremos llorar y comer
siempre dolorosamente mortales
sabiendo que las espadas pesan
sabiendo que podemos levantarnos
sangrar y gritar por la pluma
y decir «esto me duele»
y gritar «es todo un mito
lo que dicen de las artistas».



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